lunes, 2 de junio de 2014

Del gran engaño

La libertad es un concepto difícil de definir pero fácil de entender. Si se lo preguntamos a un grupo promedio en cualquier sitio, siempre tendrán una definición distinta cada uno, según lo religioso, dogmático, liberal, comunista, financiero, abogado que sea cada individuo pero la clave que se repetirá en común será la de elección libre. Un religioso hablará del albedrío, un dogmático hablará de condiciones innatas, un liberal hablará de no intervencionismo del estado, un comunista hablará de la necesidad de eliminar la opresión para que las masas dirijan su destino colectivamente a su elección, un financiero nos hablará de libre contratación, un abogado hablará de lo que un papel nos permite hacer o no… Hay tantos conceptos pero la elección libre es la verdadera libertad, la obligación del resto de aceptar y respetar nuestra elección. O al menos eso es lo que se cree dentro de cualquier sociedad. Ya en la práctica es totalmente distinto y la sola existencia de una sociedad organizada en un estado limita esa libertad de la que todos están orgullosos. Las utopías reinan y otra vez vivimos en el mundo de las ideas. 

Los comunistas libres del consumismo insensible y los capitalistas libres de comprar lo que quieran.  Los comunistas TIENEN que trabajar para el colectivo o sino no tienen derecho a nada, es más su actitud es casi delincuencial, moralmente reprochable, puedes morir en la cárcel por el delito de no ser solidario, libertad cortada. Los capitalistas TIENEN que hacer dinero, no importa cómo, osino no pueden comprar nada y puedes morir de hambre, a nadie le importa, libertad cortada. Voy al extremo de estos sistemas. Cada sistema tiene sus contradicciones y a la final, ya en la realidad, la libertad no existe en ninguno. Dios te da albedrío pero si no haces lo que te manda en sus libros, “verdades” reveladas o cualquier otra forma de decirte que es lo que TIENES que hacer para vivir bien, te irá mal (infierno, karma, otra vida triste, penurias post mundanas, etc.). El estado te da libertad dentro de los límites que se le ocurra y le dé la gana según el gobernante de turno (o los poderosos de turno) o las circunstancias del momento. A un estado no le interesan las vidas de sus ciudadanos al punto que te obliga a ir a morir (guerra) por un concepto o idea inventada (patria) que realmente no tiene ningún fundamento lógico. Te hacen creer que estás seguro porque existen normas escritas en piedra. Lo que no te cuentan es que las piedras las hacen ellos, ellos las escriben y ellos desaparecen esas piedras cuando lo necesitan. Son solo un grupo de seres humanos sobreviviendo sin importar nada más que sus propias vidas y las de los suyos. ¿Crees que porque la constitución de tu país te reconoce “libertad” o porque tu dios te la ha concedido, tú la tienes? Si así es deja de leer en este instante estas líneas, ¿Que podría darte yo?, márchate antes de que te quite algo mas bien. Voy a transcribir un capitulo la obra maestra Así habló Zaratustra de Nietzsche para quien pueda entenderlo.

“Zaratustra bajó solo de las montañas sin encontrar a nadie. Pero cuando llegó a los bosques surgió de pronto ante él un anciano que había abandonado su santa choza para buscar raíces en el bosque. Y el anciano habló así a Zaratustra:

No me es desconocido este caminante: hace algunos años pasó por aquí. Zaratustra se llamaba; pero se ha transformado. Entonces llevabas tu ceniza a la montaña: ¿quieres hoy llevar tu fuego a los valles? ¿No temes los castigos que se imponen al incendiario? Sí, reconozco a Zaratustra. Puro es su ojo, y en su boca no se oculta náusea alguna. ¿No viene hacia acá como un bailarín? Zaratustra está transformado, Zaratustra se ha convertido en un niño, Zaratustra es un despierto1: ¿qué quieres hacer ahora entre los que duermen? En la soledad vivías como en el mar, y el mar te llevaba. Ay, ¿quieres bajar a tierra? Ay, ¿quieres volver a arrastrar tú mismo tu cuerpo?

Zaratustra respondió: «Yo amo a los hombres.»

¿Por qué, dijo el santo, me marché yo al bosque y a las soledades? ¿No fue acaso porque amaba demasiado a los hombres? Ahora amo a Dios: a los hombres no los amo. El hombre es para mí una cosa demasiado imperfecta. El amor al hombre me mataría.

Zaratustra respondió: « ¡Qué dije amor! Lo que yo llevo a los hombres es un regalo.»

No les des nada, dijo el santo. Es mejor que les quites alguna cosa y que la lleves a cuestas junto con ellos - eso será lo que más bien les hará: ¡con tal de que te haga bien a ti! ¡Y si quieres darles algo, no les des más que una limosna, y deja que además la mendiguen!

«No, respondió Zaratustra, yo no doy limosnas. No soy bastante pobre para eso.»

El santo se rió de Zaratustra y dijo: ¡Entonces cuida de que acepten tus tesoros! Ellos desconfían de los eremitas y no creen que vayamos para hacer regalos. Nuestros pasos les suenan demasiado solitarios por sus callejas. Y cuando por las noches, estando en sus camas, oyen caminar a un hombre mucho antes de que el sol salga, se preguntan: ¿adónde irá el ladrón? ¡No vayas a los hombres y quédate en el bosque! ¡Es mejor que vayas incluso a los animales! ¿Por qué no quieres ser tú, como yo, - un oso entre los osos, un pájaro entre los pájaros?

« ¿Y qué hace el santo en el bosque?», preguntó Zaratustra.

El santo respondió: Hago canciones y las canto; y, al hacerlas, río, lloro y gruño: así alabo a Dios. Cantando, llorando, riendo y gruñendo alabo al Dios que es mi Dios. Mas ¿qué regalo es el que tú nos traes?

Cuando Zaratustra hubo oído estas palabras saludó al santo y dijo: « ¡Qué podría yo daros a vosotros! ¡Pero déjame irme aprisa, para que no os quite nada!» -Y así se separaron, el anciano y el hombre, riendo como ríen dos muchachos.

Más cuando Zaratustra estuvo solo, habló así a su corazón: ¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto!”


La verdadera libertad está en tu interior, la libertad de simplemente ser. La libertad de entender que no eres tu pensamiento, no eres tus recuerdos, no eres tus instintos, sino eres presente. La libertad está en poder discernir e ir más allá del pensamiento. Pero no la desees que si la deseas nunca la obtendrás. Viene con observación y entendimiento. ¿Eres libre? ¿Seguro? ¿Puedes dejar de sufrir a voluntad y ser feliz sin ningún motivo? ¿Puedes usar al pensamiento como instrumento y no creerte tu pensamiento?


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